Había una vez una tortuga llamada Tessa. Tessa estaba muy emocionada porque estaba a punto de comenzar la escuela. Ella se puso su uniforme, tomó su mochila llena de útiles escolares y se dirigió a la escuela.
Pero había un problema: su mejor amigo, el conejo, no iba a la escuela. El conejo dijo que no le gustaba el colegio y prefiere pasar el tiempo jugando en el campo. Tessa estaba triste porque no podía pasar el día con su amigo, pero estaba decidida a disfrutar de su primer día de clases.
Cuando llegó a la escuela, Tessa conoció a muchos nuevos amigos. Aprendió sobre números, letras, colores y mucho más. Ella se divirtió en las clases de ciencias, donde aprendió sobre los animales y las plantas. Tessa estaba tan emocionada por lo que estaba aprendiendo, que no se dio cuenta de cuán rápido había pasado el día.
A partir de ese día, el conejo comenzó a asistir a la escuela junto con Tessa. Juntos, aprendieron muchas cosas nuevas y divertidas. Tessa estaba feliz de compartir sus aventuras escolares con su mejor amigo, y el conejo estaba contento de haber tomado la decisión de ir a la escuela.
La moraleja de esta historia es: A veces necesitamos probar las cosas nuevas para dar cuenta de lo valioso y divertido que pueden ser, la amistad puede guiar en decisiones importantes y nunca es tarde para aprender.
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